jueves, 18 de diciembre de 2014

REPRESENTACION DE MI CIUDAD

El grupo de Teatro le rindió un bonito homenaje a Dña. Concha Argente ofreciéndole la representación de Mi Ciudad  , ha sido hasta septiembre la directora del AFPA y la que impulsó el taller.





lunes, 8 de diciembre de 2014

ESTUDIAMOS A CHEJOV 1

8 Cualidades que distinguen a las personas cultas, por Chéjov

La lista que presentamos a continuación enumera las 8 cualidades que, según el gran escritor ruso Antón Chéjov, distinguen a una persona verdadera, auténticamente culta, alguien que de algún modo ha comprendido que la sapiencia es tal cuando enaltece pero no ensoberbece, cuando nos distingue de los demás pero no nos pone, en modo alguno, por encima de nadie.
Los puntos provienen de una carta que un joven Antón de 26 años escribió a su hermano Nikolai cuando éste tenía 28 y comenzaba a ganar fama como pintor en la capital rusa. Fechada en Moscú en 1886, la misiva pretende ser una serie de consejos para un artista incipiente que, según el modelo romántico, se quejaba de que nadie lo entendía. “La gente te entiende perfectamente bien. Si tú no te entiendes a ti mismo, no es culpa de ellos”, le escribió entonces Chéjov, en un tono recriminatorio, pero también totalmente lúcido y, lo más importante, coherente.
Se trata, en suma, de un documento que vale la pena conocer y reflexionar, confrontar con nuestras propias actitudes y preguntarnos en qué medida convertimos lo que sabemos en acciones que hacen bien a nuestro mundo ―nuestro pequeño, íntimo mundo.


1. Respetan la personalidad humana y, por lo mismo, son siempre amables, gentiles, educados y dispuestos a ceder ante los otros. No hacen fila por un martillo o una pieza perdida de caucho indio. Si viven con alguien a quien no consideran favorable y lo dejan, no dicen “nadie podría vivir contigo”. Perdonan el ruido y la carne seca y fría y las ocurrencias y la presencia de extraños en sus hogares.
2. Tienen simpatía no sólo por los mendigos y los gatos. Les duele el corazón por aquello que sus ojos no ven. Se levantan en la noche para ayudar a P. […], para pagar la universidad de los hermanos y comprar ropa a su madre.
3. Respetan la propiedad de otros y, en consecuencia, pagan sus deudas.
4. Son sinceros y temen a la mentira como al fuego. No mienten incluso en pequeñas cosas. Una mentira significa insultar a quien escucha y ponerlo en una posición más baja a ojos de quien habla. No aparentan: se comportan en la calle como en su casa y no presumen ante sus camaradas más humildes. No son proclives a balbucear ni obligan la confidencia impertinente de los otros. Por respeto a los oídos de otros, callan más frecuentemente de lo que hablan.
5. No se menosprecian por despertar compasión. No tensan las cuerdas de los corazones de los demás para que los otros giman y hagan algo (o mucho) por ellos. No dicen “Soy un incomprendido” o “Me he vuelto de segunda mano” porque todo eso es perseguir un efecto simplón, es vulgar, rancio, falso…
6. No tiene vanidad superflua. No se preocupan por esos falsos diamantes conocidos como celebridades, por estrechar la mano del ebrio P.*, por escuchar los arrebatos de un espectador extraviado en un espectáculo de imágenes, o ser reconocido en las tabernas. […] Si ganan unos centavos, no se pavonean como si estos valieran cientos de rublos, y no alardean de poder entrar donde otros no son admitidos. […] Los verdaderamente talentosos siempre se mantienen en las sombras entre la muchedumbre, tan lejos como sea posible del reconocimiento. Incluso Krylov** dijo que el barril vacío da un eco más sonoro que el lleno.
7. Si tienen un talento, lo respetan. Le sacrifican el descanso, las mujeres, el vino, la vanidad […]. Se sienten orgullosos de su talento […]. Además, son fastidiosos.
8. Desarrollan para sí la intuición estética. No pueden ir a dormir con la misma ropa, ven las grietas de las paredes llenas de insectos, respiran un mal aire, caminan en el piso recién escupido, cocinan sus alimentos sobre una estufa de aceite. Pretenden tanto como sea posible contener y ennoblecer el instinto sexual. […] Lo que quieren en una mujer no es una compañera de cama. […] No piden inteligencia ahí donde se manifiesta la mentira constante. Quieren, especialmente si son artistas, frescura, elegancia, humanidad, la capacidad de la maternidad. […]. No tragan vodka a todas horas, día y noche, no huelen los armarios porque no son cerdos y saben que no lo son. Beben sólo estando libres y en ocasión […]. Porque ellos quieren mens sana in corpore sano [“mente sana en cuerpo sano”].

Y así sucesivamente. Así es como son las personas cultas. Para ser culto y no quedar atrás, no es suficiente con haber leído Los papeles del club Pickwick o haber memorizado el monólogo de Fausto […]. Lo que necesitas es trabajar constantemente, día y noche, leer constantemente, estudiar, voluntad […]. Cada hora es preciosa para ti […]. Ven con nosotros, tira la botella de vodka, descansa y lee… Turgenev, si quieres, a quien además no has leído.
Tienes que deshacerte de tu vanidad, ya no eres un niño… pronto tendrás treinta.
¡Es tiempo!


Notas: 
* Probablemente “Palmin”, un poeta menor de la época [N. del T.]
** Probablemente Iván Krylov (1769-1844), fabulista, poeta y dramaturgo ruso.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

ESTUDIAMOS A CHEJOV 2

EL RELOJERO


Si el alma fuera un reloj, Chéjov sería el relojero.

Alguien que conoce perfectamente sus entrañas y que sabe cómo es cada una de sus piezas y cómo funcionan sus engranajes.

Lo que hizo a lo largo de su vida fue estar metido dentro, contando lo que ocurre, cómo opera ese mecanismo y qué sucede con esas criaturas condenadas un día a morir y que, mientras tanto, se afanan en ir llenando el hueco de las horas.

Chéjov, ese endemoniado y preciso relojero, supo dar cuenta de cada uno de los sutiles dilemas morales a los que se enfrentan los hombres, pero lo hizo atrapando las cosas que suceden en cada momento, las pequeñas y enormes calamidades, los júbilos y placeres.